Por Otto Alvarado del Programa de Prevención de la Violencia Urbana de CIPREVICA
En el llamado Triángulo Norte de Centroamérica, los casos de violencia se han convertido en parte de la cotidianidad, de forma que paulatinamente nos hemos acostumbrado a escuchar o a leer noticias sobre asesinatos, robos, violaciones, lesiones, secuestros, extorsiones, etc. Todas estas expresiones de violencia son fácilmente identificables porque constituyen un delito, y frecuentemente son utilizadas en los medios de comunicación, con el objetivo de conseguir niveles altos de audiencia o ventas, según el caso de cada medio.
Aparentemente se presentan como hechos aislados; son atribuidos, en su mayoría, al estado mental o emocional de la persona victimaria, a motivos personales, a carencias o a grupos de personas que coinciden en determinadas motivaciones y que se unen para delinquir. Estas explicaciones son ampliamente aceptadas por la población, que ve con buenos ojos los ofrecimientos de terminar con la delincuencia a través de la represión.
En este punto, vale la pena reflexionar acerca de si estas explicaciones lineales y aparentemente lógicas, en realidad lo son, o si estamos ante una problemática mucho más compleja de la que solamente vemos una pequeña porción, como en el caso de los volcanes. Para ello, puede ser útil una mirada hacia otros elementos que a simple vista no parecen tener relación, pero la tienen.
Personalmente he tenido la oportunidad de trabajar en territorios que hace algunos años eran catalogados como tranquilos por la población, que ha visto cómo el número de hechos delictivos crece, en la medida que otras dinámicas se van generando. Como elementos generadores de estas dinámicas podemos mencionar:
- El afianzamiento de una sociedad de consumo, en donde el valor está dado por lo que se tiene y por la ganancia que se pueda obtener, aún a costa de la explotación de los demás (Guatemala se encuentra entre los países más desiguales del mundo)
- El debilitamiento intencionado del Estado, que le imposibilita brindar acceso a los servicios básicos de salud, educación y justicia, entre otros
- El surgimiento de ciudades dormitorio, donde la mayoría de personas se trasladan diariamente hacia la ciudad capital, porque las oportunidades de trabajo en su localidad son insuficientes
- Migración interna desde los departamentos hacia estas ciudades dormitorio -o la periferia de la ciudad- en busca de oportunidades que no siempre se encuentran
- Migración hacia otros países en busca de oportunidades económicas, con la consiguiente recomposición de la familia, que no siempre consigue organizarse internamente para atender las necesidades de las personas que la integran
- Proliferación de redes de corrupción (como las desmanteladas en los últimos años), que facilitan la impunidad desde las instancias de gobierno hacia los sectores con mayor ‘capacidad adquisitiva’
- Utilización de menores de edad para la comisión de delitos como tráfico de armas, drogas y sicariato, con el objetivo de evadir al sistema de justicia
- Racismo, discriminación e intolerancia a todo lo que sea diferente
Podría mencionar otros elementos, pero estos son suficientes para mostrar cómo lo que se presenta aparentemente aislado y lineal ante nuestros ojos, solamente es una parte del complejo aparato de violencia estructural construido precisamente como un arma de dominación que sigue funcionando en la actualidad.
Las explicaciones sobre la violencia que no toman en cuenta la forma desigual como se constituyeron los Estados centroamericanos y las relaciones políticas, económicas y sociales que los sustentan, posibilitan intervenciones individuales, familiares y comunitarias que, en última instancia, remiten al individuo la responsabilidad de enfrentarla, invisibilizando la responsabilidad del Estado.
Sin duda, la violencia es un problema social sumamente complejo que supone la necesidad de continuar profundizando en la reflexión para su comprensión y abordaje.
Guatemala, 03 de febrero de 2017
Les invitamos a participar en el foro de opinión.
Querer resolver la situación de violencia del Triángulo Norte sin la participación activa de los gobiernos de Suramérica porque en sus tierras se cultiva una de las principales causas de violencia en América y de Norteamérica porque en sus tierras está el mercado más apetecible para cultivadores, transportadores y distribuidores de droga y de alguna manera también enseñaron y exportaron a las pandillas más violentas.
En el caso de Suramérica la violencia es menos evidente pero no por ello menos grave, y no acabó con la muerte del máximo líder de los carteles de droga colombiano de los años ochenta, sino que se diversificó; Estados Unidos y Canadá en cambio son cautos en el manejo de la violencia en las calles, sobre todo porque los que mueren son gente menos favorecida y es a estos a los que se combate; no al cliente con alto poder adquisitivo, me atrevería a decir que en el Caso del Chapo Guzmán está siendo Juzgado por la sociedad que lo hizo crecer económicamente y que lo convirtió en el icono del narcotráfico de los últimos tiempos.
Queda en medio de esa realidad el Triángulo norte donde convergen diversas razones en el artículo se expresan muy bien; quiero dejar claro que debemos evitar buscar únicamente al victimario directo sancionarlo y encarcelarlo; detrás de ellos hay un entramado de responsabilidades que todos y cada uno compartimos.
Así también debemos evitar creer que la violencia se puede ver de forma lineal: causa y efecto, porque esto iría en contra de la organización de una sociedad que en esencia es un sistema lleno de sistemas, donde el gobierno es la cara visible y al que todos le apostamos de alguna manera.
En estos países los medios de comunicación son quizá los principales reproductores de la violencia mediáticamente hablando, son quienes se hacen ricos llenando espacios con nuevos noticieros sensacionalistas que van tras un acto de violencia para ensalzar al victimario y degollar a la víctima con una cámara alegando libertad de expresión, eso hay que pararlo.
Los Gobiernos de los tres países deben romper las barreras geográficas e ideológicas para hacer un frente común contra la violencia…. pero resulta utópico, dado que ello implicaría luchar contra: Las Pandillas, Crimen Organizado y la Corrupción, este último es un problema, dado que nadie está dispuesto a tocar y limpiar su propia casa….mientras tanto tenemos dos caminos: seguir callados esperando el día que nos toque o actuamos en pro de la mejora de nuestras sociedades conscientes que esto implicará un costo grande, que quizá nuestra generación no alcancen a ver los frutos, es decir: dejemos de ser cortoplacistas.
Gracias Alvaro por su comentario que agrega la Geopolítica a los elementos utilizados como ejemplo en el artículo. La complejidad de la problemática debe llevarnos a reflexionar más allá de lo visible como usted apunta y reflexionar sobre ese entramado de responsabilidades. Es cierto que nos puede llevar más tiempo, pero también puede llevarnos a dar pasos más firmes en la comprensión de la problemática y en la creación de alternativas para su abordaje.
Interesante el punto de vista, considero, que no solamente debe hablarse de «proliferación» de redes de corrupción, sino la recomposición de las mismas, mejorando su organización y creatividad, superando a las propias autoridades, claro que esto tiene que ver, como indica Otto Alvarado, con el debilitamiento intencionado del Estado.
Gracias Aracely por su comentario. Tiene razón, el hecho de que en los últimos años hayan salido a la luz pública no quiere decir que antes existieran menos o que después sigan existiendo de la misma forma.
Estoy totalmente de acuerdo, hay una violencia estructural que ha tendido a invisivilizarse, por un lado, y por otro, la violencia tiene tentàculos en el crimen organizado, que se nutre, lucra y crece con los peones que se «combaten a diario», los cuales nunca terminaran en sistemas desiguales.
Gracias Miguel Ángel por su comentario. Justamente el foco se dirige hacia la violencia interpersonal, que es la visible, pero se obvia el análisis de las causas estructurales que la posibilitan.
Muy buen articulo!
Los elementos generadores de violencia y otros que coadyuvan; como el fenómeno de la desvalorización, que actualmente se genera en nuestra sociedad relativamente joven en proceso de identidad, pertinencia y permanencia, y por ende se agrava en su proyecto de vida en alcanzar objetivos superfluos instantáneos, involucrándose otros factores , como es el crimen organizado y la falta de efectividad de análisis del fenómeno criminologico por parte de las autoridades de seguridad, y los otros factores que pueden ser positivos y a la vez no, como son: la investigación, el proceso lento de justicia, las políticas del sistema penitenciario como ejemplo la deficiencia en la administración y por ende no se cumple con los objetivos de la rehabilitación y cerrando este circulo, con el flagelo de la corrupción.