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Por Pilar Mármol, Programa de Prevención de la Violencia contra las Mujeres de CIPREVICA

Empiezo a escribir este texto y pienso en los miles de abusos, diferentes expresiones de violencia y crímenes contra las mujeres que puedan estar ocurriendo en este preciso momento. Todos los días en mi andar por las calles, en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las conversaciones que alcanzo a escuchar, en las pláticas con colegas del trabajo, ¡en todos lados!, me recuerdan que ser mujer en esta sociedad patriarcal y misógina pareciera ser siempre una condición de riesgo.

Hace algún tiempo, la compañera feminista Lily Muñoz, me introdujo a partir de sus reflexiones y de la lectura de otras autoras –como Liz Kelly- a la categoría continuum, aplicada al análisis de la violencia contra las mujeres. Por un lado, el continuum ha sido interpretado como la continuidad de los hechos a través del tiempo, como cuando en Guatemala nos referimos a la violencia sexual perpetrada contra las mujeres indígenas durante el conflicto armado interno y a la violencia sexual contra las mujeres en el período posconflicto.

Por otro lado, autoras como las mencionadas, utilizan la categoría continuum, fundamentalmente, para subrayar los vínculos existentes entre las distintas manifestaciones de la violencia contra las mujeres, que permiten comprender que dentro de la lógica del sistema patriarcal, TODAS estas expresiones se derivan de las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, y a su vez, constituyen mecanismos de control y subordinación que alejan a las mujeres de la posibilidad de ser reconocidas plenamente en su condición humana.

La importancia de denunciar todas las expresiones de violencia a las que las mujeres nos enfrentamos día a día es vital. Primero, para romper el silencio en contra de todo aquello que nos hace daño y nos menoscaba, y segundo, para no permitir que la sociedad y el Estado sigan considerado como “normales”, actos crueles y denigrantes, que en casos extremos, cobran las vidas de las mujeres.

La semana pasada en redes sociales me enteré de la noticia del femicidio atroz que apagó la vida de Lucía Pérez, una joven argentina de dieciséis años de edad. La crueldad de este hecho conmocionó e indignó de tal forma a la sociedad argentina, principalmente al movimiento de mujeres y feministas, quienes han convocado a participar en un paro nacional de las mujeres y en marchas multitudinarias en diferentes ciudades de Argentina, el día 19 de octubre. La convocatoria se ha extendido a varios países latinoamericanos a través de las redes sociales, con hashtags como #Niunamenos y #Vivasnosqueremos.

En Guatemala, se ha convocado también para que las mujeres nos tomemos las plazas, las redes y cualquier otro espacio desde donde podamos expresar nuestro total repudio por todos los actos de violencia en contra de cada una de las niñas, adolescentes y mujeres que han sido silenciadas por la violencia patriarcal.

A veces me es demasiado agobiante y doloroso enfrentar la idea de que aún en pleno Siglo XXI, las mujeres tengamos que seguir recordándole al mundo que somos humanas y no objetos. Afortunadamente, siguen siendo más fuertes las ganas y el compromiso con la transformación de esta realidad, al lado de otras y otros que creen que este mundo puede ser un lugar mejor.

El 19 de octubre y todos los días, serán importantes para recordar que nos queremos vivas y libres de cualquier forma de violencia, y con la posibilidad de construirnos como sujetas plenas. Siempre es un buen momento para transformar la indignación y la desesperanza y honrar la memoria de todas aquellas que ya no están, de las que conocemos y de las que han quedado en el olvido. Por eso seguiremos exigiendo, ¡NI UNA MENOS!

Guatemala, 19 de octubre de 2016

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