P1010860.JPGPor Soledad Rodríguez, Investigadora CIPREVICA

Allá por el año 1854, el jefe indio Seattle, de la tribu Suwamish, enviaba una carta en respuesta al entonces presidente de los Estados Unidos de Norte América, Franklin Pierce, quien le había hecho una “oferta” para comprarle una gran extensión de tierras indias y crear una «reserva» para el pueblo indígena. Por supuesto, esto suponía el despojo de sus tierras.

La carta, de tremenda actualidad en nuestros días, ha pasado a la historia como el primer manifiesto del medio ambiente. Poco ha cambiado, desde el lejano 1854, en la carrera hacia el despojo de los pueblos originarios, del territorio y de los recursos naturales. El apetito voraz de los hombres, en su afán de convertir todo a su paso en ganancias, “devorará la tierra y dejará detrás solo un desierto”[1] en el que ningún ser vivo podrá sobrevivir.

En su profunda y hermosa reflexión, el jefe de la tribu Suwamish se pregunta: “¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esta idea es extraña para mi pueblo. Si hasta ahora no somos dueños de la frescura del aire o del resplandor del agua, ¿cómo nos lo pueden ustedes comprar? Nosotros decidiremos en nuestro tiempo. Cada parte de esta tierra es sagrada para mi gente. Cada brillante espina de pino, cada orilla arenosa, cada rincón del oscuro bosque, cada claro y zumbador insecto, es sagrado en la memoria y experiencia de mi gente”.

Evocamos esta carta, a propósito del Día Mundial del Medio Ambiente y a propósito de la Marcha por el Agua, que el pasado 11 de abril iniciaron cientos de personas indígenas y campesinas guatemaltecas de 80 organizaciones, integrantes de la Asamblea Social y Popular desde diversos puntos del país. Tras 11 días de camino a lo largo del territorio nacional, la marcha llegó el 22 de abril a la capital guatemalteca, donde se realizó una concentración en la Plaza de la Constitución, ante la presencia de miles de guatemaltecos y guatemaltecas, que pudimos escuchar las demandas y exigencias que dieron inicio a esta movilización.

De acuerdo a algunos medios de comunicación, la Marcha por el Agua es la primera de este tipo en Latinoamérica, y además resulta fundamental en el contexto que actualmente vive Guatemala, donde cientos de comunidades están siendo despojadas de sus fuentes naturales de aprovisionamiento del vital líquido. El objetivo primordial de la movilización es exigir la recuperación de nacimientos, ríos, lagos, lagunas y costas marinas que han sido robadas, desviadas y contaminadas por las empresas de monocultivo, minería y agroindustria, pero también crear conciencia en la sociedad guatemalteca sobre la importancia de defender y acuerpar estas luchas, que en última instancia, nos conciernen a todos y todas: defender la vida, es defender y luchar por el agua y el territorio.

En Guatemala 80 por ciento del uso del agua es para agricultura intensiva: azúcar, caña, palma africana; solo el 2% es para consumo humano. Las empresas extractivas y la agroindustria han sido responsables de las mayores catástrofes ecológicas y de la contaminación de las fuentes acuíferas, desde donde se distribuye el agua para toda la población. Hace menos de un año, la empresa de palma africana, REPSA, sería la responsable de uno de los mayores ecocidios en el río la Pasión, en Sayaxqué, Petén, comprometiendo la salud de miles de habitantes. REPSA, a la fecha, sigue operando en el territorio nacional.

Las autoridades nacionales y municipales poco han hecho para garantizar que hechos como el ocurrido en el río La Pasión vuelvan a ocurrir; la lógica del capital rige la vida en nuestros países, que de más está decir, va en contra del derecho de los pueblos al buen vivir, y al desarrollo sustentable.

En los últimos 20 años hemos atestiguado cómo este elemento de la naturaleza, indispensable para la vida en el planeta, y del cual brotó la vida como magistralmente describiría Eduardo Galeano en su obra Los Hijos de los Días: “Del agua brotó la vida. Los ríos son la sangre que nutre la tierra, y están hechas de agua las células que nos piensan, las lágrimas que nos lloran yP1010814 copy la memoria que nos recuerda”, atraviesa por una crisis sin precedentes. Si las guerras globales en el siglo XX fueron por el petróleo, en el siglo XXI indudablemente serán por el agua. En esta crisis planetaria, el agua se ha vuelto un artículo más, que paga sólo quien puede hacerlo.

Hace sólo unos meses, el periódico inglés The Guardian[2] hacía referencia en una de sus notas a la grave crisis de racionamiento de agua que enfrenta Delhi, la capital de India, que pese al crecimiento económico que presenta, atraviesa por una severa crisis de racionamiento del agua.

La más reciente protesta en India dejó sin suministro de agua a casi 10 millones de personas durante cuatro días. De acuerdo a otros medios como el rotativo británico The Independent, los residentes de Delhi gastan hasta la quinta parte de sus ingresos para obtener agua limpia[3].

Las movilizaciones mundiales para defender el derecho al agua, se han venido presentando desde el año 2014, cada vez con mayor frecuencia, y con protesta de diversos sectores de la población. En Irlanda por ejemplo, en noviembre de 2014, más de 100.000 personas marcharon a lo largo del país, contra el nuevo impuesto del agua, que para las clases trabajadoras representaba un fuerte gravamen a sus bolsillos; las nuevas tarifas de agua oscilaban en promedio entre los 278 y los 400 euros.

Las tarifas del agua son cada vez mayores en varios en varios países del continente; por supuesto, las familias pobres son las más afectadas. En la ciudad de Detroit, Michigan, el Departamento de Agua y Alcantarillado cortó el servicio de agua a más de 15.000 familias pobres y de clase trabajadora por cuentas atrasadas. El 40% de la población de la ciudad, se ha visto afectada por estos cortes.

Desde el sistema capitalista se promueven y desarrollan políticas que permiten y facilitan el despojo de las aguas, y la vulneración de las personas a sus derechos humanos fundamentales. Importante es en este contexto, recordar que el pasado 28 de julio del 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la histórica Resolución 64/92, reconociendo el derecho humano universal al agua y al saneamiento, llamando a todos los Estados y organismos internacionales a que proporcionen recursos financieros, la tecnología y las infraestructuras que garanticen «suficiente, agua salubre, aceptable y físicamente accesible y asequible para el uso personal y doméstico”.

Si bien es cierto, existe una responsabilidad individual por hacer un buen uso de este elemento, no podemos dejar de señalar que parte importante del problema se origina por el uso indiscriminado de las grandes empresas globales, la responsabilidad que tienen en esta crisis planetaria debe movernos para exigir, apoyar y estar alertas a los movimientos globales para frenar el obsceno intento de convertir al agua en una mercancía más, en artículo de lujo que pocos podrán pagar.

Finalmente, la vida en la tierra sólo podrá tener continuidad a través de la lucha conjunta de los pueblos por frenar la carrera del despojo del territorio y demás elementos de la naturaleza, que paradójicamente, pese a las ganancias económicas que pueda representar para los poderosos del mundo, será un sinsentido en un futuro cada vez más cercano, donde el planeta no será más que un enorme desierto. Nadie podrá escapar del destino común que tendremos que enfrentar todos y todas, como ya bien lo señalaba en 1854 el jefe de la tribu Suwamish, todo lo que le hagamos al planeta, nos lo hacemos a nosotros mismos: “¿Qué será del hombre sin los animales? Si todos los animales desaparecieran, el hombre moriría de una gran soledad espiritual, porque cualquier cosa que les pase a los animales también le pasa al hombre. Todas las cosas están relacionadas. Todo lo que hiere a la tierra, herirá también a los hijos de la tierra”.

Guatemala, 25 de abril de 2016

[1]http://herzog.economia.unam.mx/profesores/blopez/valoracion-swamish.pdf

[2] http://www.theguardian.com/world/2016/feb/21/india-sends-thousands-of-troops-to-quash-riots-in-haryana-northern-india

[3] http://www.independent.co.uk/news/world/asia/breaking-delhis-water-mafia-how-access-to-clean-water-got-political-in-india-a6944766.html#gallery

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